NAVIDAD/ LLENO DE GRACIA Y DE VERDAD

Pero la gracia y la verdad nos vinieron por medio de Jesucristo. (Juan 1:18)

Hoy día de Navidad interrumpo mis meditaciones sobre el libro de los salmos para reflexionar sobre el nacimiento del Mesías que hoy celebramos. No es la primera vez que me ha impactado profundamente esta afirmación del apóstol Juan que se repite en otra ocasión en este mismo capítulo: "Jesús vino lleno de gracia y de verdad" ¡Qué gran profundidad hay en esta afirmación! Vale la pena comentarla.

Lleno de verdad. El Maestro viene lleno de verdad sobre nosotros mismos. El encuentro personal con Él es como mirarse en un espejo que nos revela nuestra cruda y dura realidad como seres humanos. Verse cara a cara con Jesús es tener plena conciencia de nuestra miseria como personas, es ver la verdad sobre nosotros mismos y esa verdad puede ser excesivamente dura, incluso insoportable, imposible de sobrellevar. No es de extrañar lo que afirma el mismo Juan que cuando la luz vino al mundo las personas amamos más las tinieblas que la luz. Sin embargo, necesitamos la verdad, precisamos enfrentarnos a ella, reconocerla, pues ese es el primer y necesario paso para poder cambiar.

Lleno de gracia. Pero Jesús no vino únicamente lleno de verdad acerca de nuestra triste condición como seres humanos. Vino lleno de gracia, de amor y aceptación incondicional de esa triste y miserable realidad. Porque una vez que nos hemos visto reflejados en su verdad nos vemos acogidos por su gracia. El reconocimiento de nuestra realidad no le produce ni rechazo, ni asco, ni condena, ni juicio; antes al contrario acogida y aceptación. Necesitamos la gracia porque sin ella no podríamos vivir con la verdad, con la triste y desagradable realidad sobre quiénes y cómo somos.

Jesús viene con el binomio perfecto -gracia y verdad- No podemos prescindir ni de la una ni de la otra. La verdad sin gracia nos destruye; la gracia sin verdad no nos redime.

Hoy, día de Navidad de 2016 celebremos a aquel que nos ha traído ambas cosas, gracia y verdad.