ENCUENTROS CON JESÚS: UN PARIA ENFERMO DE LEPRA
Un día Jesús estaba en un pueblo. De pronto llegó un hombre que estaba enfermo de lepra, se inclinó delante de Jesús hasta tocar el suelo con la frente, y le suplicó: Señor, yo sé que tú puedes sanarme. ¿Quieres hacerlo? Jesús extendió la mano, tocó al enfermo y le dijo: ¡Si quiero! ¡Queda sano! (Lucas 5:12 y 13) Pienso que no había nada peor en la Palestina del tiempo de Jesús que padecer la lepra. Contraer esa enfermedad te convertía en un paría, alguien total y completamente marginado de la vida social. Expulsados de sus familias, de sus comunidades y de todo contacto con la gente sana. Sus únicas relaciones sociales eran otros enfermos, con los cuales acostumbraban a vivir en grupos, dejados a su suerte y a la caridad de sus familias que les proveían alimentación. A esta marginación social debemos de añadir los efectos físicos de una enfermedad que causaba, antes de producir la muerte, tremendas deformidades en los cuerpos de los enfermos convirtiéndolos en auténticos monstruos.