Y volviéndose a la mujer, dijo a Simón: — Mira esta mujer. Cuando llegué a tu casa, no me ofreciste agua para los pies; en cambio, ella me los ha bañado con sus lágrimas y me los ha secado con sus cabellos.Tampoco me diste el beso de bienvenida; en cambio ella, desde que llegué, no ha cesado de besarme los pies.Tampoco vertiste aceite sobre mi cabeza; pero ella ha derramado perfume sobre mis pies.Por eso te digo que, si demuestra tanto amor, es porque le han sido perdonados sus muchos pecados. A quien poco se le perdona, poco amor manifiesta. Luego dijo a la mujer: — Tus pecados quedan perdonados. Los demás invitados comenzaron, entonces, a preguntarse a sí mismos: “¿Quién es este, que hasta perdona pecados?”.Pero Jesús dijo a la mujer:— Tu fe te ha salvado. Vete en paz. (Lucas 7:44-50)
La iglesia institucional cada día tiene menos crédito a ojos de un número cada vez mayor de sectores de nuestra sociedad. Uno de los reproches que comúnmente se levantan contra ella es su carencia de un…
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