TENSIÓN
Os exhorto, pues, a que viváis de acuerdo con las exigencias del Espíritu y así no os dejaréis arrastrar por desordenadas apetencias humanas. Porque las desordenadas apetencias humanas están en contra del Espíritu, y el Espíritu está en contra de tales apetencias. El antagonismo es tan irreductible, que os impide hacer lo que desearíais. Pero si os guía el Espíritu, ya no estáis bajo el dominio de la ley. (Gálatas 5:16-18) En este pasaje Pablo habla de una tensión real, persistente que, debo reconocer, me acompañará todos los días de mi vida. Es la tensión entre mi tendencia natural al pecado y mi deseo de vivir agradando a Dios y bajo los principios del Reino. Porque el pecado sigue siendo atractivo, lo es hoy como lo fue para Adán y Eva tal y como lo indica Génesis 3. De hecho, todos pecamos. Juan, en su primera carta indica que si alguno afirma que no peca, no solo es un mentiroso, sino que además deja a Dios por mentiroso también. Pecamos porque el pecado continúa teniendo u