LA HISTORIA DE MI VIDA (SALMO 106)
Pero Él se fijó en su angustia, escuchó su clamor y recordó su alianza con ellos; por su inmenso amor se compadeció. (Salmo 106:44-45) Desde siempre la comunidad de los seguidores de Jesús ha visto un paralelismo entre la salida del pueblo de Israel de Egipto y su camino hacia la tierra prometida y la vida cristiana. El éxodo sería el equivalente de nuestra conversión, el paso del Mar Rojo, de nuestro bautismo y, finalmente, la travesía del desierto equivaldría a este tiempo en que estamos viviendo aquí de camino hacia la tierra prometida, la unión final y definitiva con Dios. El salmo, precisamente, explica cómo el pueblo de Israel fue una y otra vez incrédulo y se apartó del Señor. De nada parecieron servir los milagros y la intervención sobrenatural de Dios una y otra vez. El pueblo es descrito como incrédulo, rebelde, contumaz y desagradecido. Incluso vovlviéndose hacia los dioses paganos en su busca de sentido y significado y dándole descaradamente la espalda al Dios que les am