SEGUNDA CARTA DE PABLO A LOS CRISTIANOS DE CORINTO/ PRESUMIR/ 10: 1-18
Por lo demás, el que quiera presumir, que presuma del Señor, pues no queda acreditado como bueno el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba. (2 Corintios 10:17-18) Lo realmente importante es qué piensa Dios de mí, cómo me ve, cómo me percibe y valora. Soy consciente que ninguno de mis aparentes méritos le impresionan y que la base de nuestra relación es la gracia, una gracia suya hacia mí, una gracia que le lleva a valorarme no debido a lo que soy o hago, sino más bien a pesar de lo que soy y hago. La gracia no me lleva a un estado de autocomplacencia y parálisis, antes bien a un deseo de agradar a aquel que de tal manera me ama y acepta. La gracia me lleva a obrar, no para ganar su amor, sino como muestra de gratitud hacia ese amor que no está vinculado, para nada, a lo que hago o dejo de hacer. Lo que hago, del mismo modo que aquello que dejo de hacer, únicamente busca el sentir la voz del Señor afirmando que soy un siervo bueno y fiel.