HACER A DIOS VISIBLE
Es cierto que jamás alguien ha visto a Dios; pero, si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor alcanza en nosotros cumbres de perfección. (1 Juan 4:12) Este es un pasaje complicado de interpretar y es fácil, como tenemos por costumbre, idealizarlo o darle una explicación meramente espiritualista, poco aterrizada a la realidad de nuestras vidas. Creo que desde que el pecado entró en el mundo, como nos relata Génesis 3, las relaciones entre los seres humanos se han caracterizado por la tensión, la violencia, la opresión, los prejuicios, la enemistad…, en fin, se han evidenciado como relaciones rotas y fracturadas; tan sólo hay que mirar a nuestro alrededor para verificarlo. Lo común, lo habitual, lo cotidiano son relaciones como las anteriormente descritas y en todas los ámbitos de la sociedad, desde los micro –familias- hasta los macro –naciones-. Tal vez por eso relaciones humanas como las propuestas por el evangelio y enfatizadas por Juan serían