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Mostrando entradas de enero 17, 2010

NO ENTIENDO

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La lectura del salmo 8 me ha hecho pensar muy seriamente. El escritor se pregunta a sí mismo y le pregunta a Dios: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para que te ocupes de él? Lo curioso es que al leer este salmo he podido entender que la pregunta y la reflexión subsiguiente haga pensar a ciertas personas que es absurda la creencia en la existencia de Dios. Porque realmente, el asunto es sorprendente, ¿Qué sentido tiene que el Dios creador y sustentador de todo el universo pueda tener el más mínimo interés en la humanidad, y aún más, pueda tenerlo en mí, con todas mis contradicciones y todas mis inconsistencias. Realmente no tiene el más mínimo sentido, es total y absolutamente absurdo e inexplicable. Pienso que lo mismo que me lleva a mí a acercarme a Dios a otros puede alejarlos. El interés de Dios por el ser humano no tiene ningún sentido. Sólo cuando la gracia entra en escena puede llegar a tenerse un atisbo de comprensión.

¿ME HA ABANDONADO EL SEÑOR?

Al leer los salmos 4, 5 y 6 he notado que el salmista una y otra vez expresa su sensación de abandono por parte del Señor pero mezclada esta con afirmaciones de esperanza y confianza. Parece contradictorio pero me doy cuenta que refleja muy bien mi propia realidad en el sentido en que, por un lado, me siento perdido, abrumado, hundido desanimado, pero por el otro lado, creo firmemente que el Señor puede usar esto para bien y bendición de mi vida. Hago mías las palabras del salmo 4 que en su último versículo afirma, en paz me acostaré y así mismo dormiré, porque sólo Tú, oh Dios, me haces vivir confiado.

CUÁN NUMEROSOS SON MIS ENEMIGOS

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He comenzado la lectura del libro de los salmos. El tercero comienza con la exclamación ¡ Cuán numerosos son mis enemigos! No es mi situación, realmente no tengo enemigos -al menos, eso creo-, pero si puedo afirmar ¡ Cuán numerosos son mis problemas! y esta sería la equivalencia de mi situación. Pero pienso en las palabras del salmista, tú eres mi escudo y mi protección y tú me sostienes en todo momento. La vida es difícil y complicada. No podemos esperar -sería tener falsas expectativas- que el Señor nos libre de todo el dolor, sufrimiento, problemas y complicaciones , sin embargo, si puedo aspirar a que Él me sostenga en medio de la vida cotidiana.

¿VALE LA PENA AGRADAR A DIOS?

El libro del profeta Malaquías plantea la duda de si vale la pena vivir una vida de justicia y santidad tratando de agradar a Dios. Me doy cuenta que es algo que ha provocado la duda entre los seguidores de Dios por generaciones. Cuando miramos a nuestro alrededor vemos la prosperidad, la arrogancia la aparente invulnerabilidad e inmunidad de los injustos. Entonces es normal que nos planteamos si realmente vale la pena el seguir al Señor.

LA CALIDAD DEL SERVICIO

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El capítulo 2 de Malaquías habla acerca de las ofrendas que se ofrecían a Dios. El Señor se queja, a través del profeta, de la mala calidad de las mismas. Sin embargo, creo que este pasaje puede enmarcarse en el contexto más amplio -que siempre denuncian los profetas- del culto nominal, que mantiene las formas y, sin embargo, ha perdido el espíritu. Al pensar en ello vienen dos ideas a mi mente: La primera, tiene que ver con mi nueva comprensión de qué es la espiritualidad y su proyección en la vida cotidiana y, por tanto, la búsqueda de la excelencia en todo aquello que hago. Si mi vida es mi ofrenda, entonces, todo lo que hago debe rezumar excelencia porque todo tiene el potencial para convertirse en una ofrenda. Siento que disto mucho de haber alcanzado ese nivel. La segunda, tienen que ver con mi propensión a proyectar hacia el mundo evangélico mi creciente tensión y frustración hacia el culto nominal y formal alejado de lo que debería ser. Creo que no es justo que permita estos...

LA SENSACIÓN DE QUE DIOS NO NOS AMA

El primer capítulo del libro de Malaquías comienza con la sensación de parte del pueblo de Israel que Dios no tiene interés por ellos. Me ha hecho pensar que, en ocasiones, mucho de nosotros nos sentimos de la misma manera y pensamos que Dios no tiene o no muestra interés por nosotros. Esto se debe a varias posibilidades . La primera, es que no somos conscientes, no nos damos cuenta de todo lo que Dios hace en favor nuestro. Puede incluso darse el caso que atribuyamos todo ello a la casualidad o, demos por sentado, que es simplemente lo que merecemos y punto. La segunda, puede deberse a los diferentes lenguajes del amor. Lo que Dios nos da como muestras de amor no coincide con nuestras expectativas y, consecuentemente, no lo valoramos ni recibimos como tal. La tercera y última, muy similar a la anterior, tiene que ver con nuestras expectativas acerca de cómo el amor de Dios hacia nosotros debería manifestarse y, al no hacerlo de este modo, no percibimos ni valoramos nada más e, inclu...