CUARESMA, DIA 34
Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. —Proverbios 3:5 Toda confianza implica un riesgo, pues, de algún modo, cuando confías en alguien te pones en sus manos. Pienso, por ejemplo, cuando voy juntamente con Sara, mi esposa, en el automóvil y es ella la que conduce. Lo hace mejor que yo, sin embargo, cuando uno no tiene el control siempre hay un ingrediente de tensión y preocupación, cuesta más relajarse, se pisa instintivamente un inexistente freno en el asiento del copiloto. Al transferirlo a la vida sucede lo mismo. ¿Cómo voy a confiar en el Señor si yo veo las cosas de forma diferente? ¿Cómo voy a dejar mi vida en sus manos si la lógica, la mía por supuesto, me dice que lo que Dios me pide carece de todo sentido? ¿Qué sabrá Dios acerca de la vida en general y la mía en particular? ¿Por qué voy a molestarme en averi- guar qué piensa, qué cree, qué advierte acerca de determinadas situaciones vitales? Nosotros somos int