CUARESMA, DÍA 35
Sed, en cambio, bondadosos y compasivos los unos con los otros, perdonándoos mutuamente como Dios os ha perdonado por medio de Cristo. —Efesios 4:32 Probablemente una de las razones más importantes que nos impide perdonar es el do- lor -la vertiente física- y el sufrimiento -la vertiente emocional- que el ofensor nos ha causado. Pueden haber diversos grados, sin duda, pero no sería aventurado afirmar que a más dolor o sufrimiento más dificultad para otorgar el perdón. Conceder el perdón es aún mucho más difícil, creo yo al menos, cuando el ofensor ni siquiera se ha molestado en pedirnos perdón y reconocer su falta. Otro grado de dificul- tad sería cuando el ofensor, además de no pedirnos perdón, se enorgullece de lo que ha hecho. Sin embargo, la invitación del Señor por medio del apóstol Pablo es a perdonar, lo cual supone una gran dificultad, un gran esfuerzo emocional y espiritual para superar el dolor y el sufrimiento y, tan a menudo, no es nada fácill generar