ENCUENTROS CON JESÚS: LA MUJER QUE PADECÍA DE HEMORRAGÍAS
Se acercó a Jesús por detrás y le tocó el borde del manto, diciéndose a sí misma: "Sólo con que toque su manto me curaré". Y efectivamente, le desapareció al punto, la causa de sus hemorragias, y sintió que había quedado curada de su enfermedad. (Marcos 5:24-34) Cuando leemos los relatos evangélicos no podemos sino sentir lástima por esta mujer. Hacía doce años que sufría una enfermedad que, además de las consecuencias físicas que de ella se derivaban, tenía serías implicaciones religiosas y sociales. El flujo de sangre convertía a una persona en impura desde el punto de vista ritual y, por tanto, estaba excluida de toda vida social y religiosa hasta que pudiera volver a ser pura de nuevo. Si sus hemorragias eran esporádicas, significaba que pasaba periodos experimentando lo antes descrito. Pero, si estas eran permanentes nos encontramos ante alguien que vivía totalmente aislada del entorno social. Por si todo lo anterior fuera poco, el texto nos dice que se había arruinado