SALMO 30/ DESPREOCUPADO

Yo pensaba despreocupado: ¡No caeré jamás! Con tu favor, Señor, me sostenías más firme que sólidas montañas, pero escondiste tu rostro y quedé desconcertado. (Salmo 30:7-8) El salmista narra su experiencia. Se sentía inmune, fuerte y seguro; no tenía que preocuparse de nada en absoluto. Estaba seguro que todo ello procedía de él mismo, de sus fuerzas, de su capacidad y sus recursos. Pero el salmo nos indica que de golpe la desgracia llegó a su vida y entonces ganó perspectiva y se dio cuenta que toda su estabilidad y seguridad había provenido del Señor y no su propia capacidad. Hizo falta el dolor y el sufrimiento para darse cuenta de cuán débil y vulnerable era y que detrás de toda su seguridad y prosperidad estaba el Señor. Las palabras de David son una invitación a estar alertas; a no pensar que somos autosuficientes y que somos nosotros los que tenemos el control y destino de nuestras vidas; a no creer que podemos sin Él. Tarde o temprano la real...