EL TOQUE DE JESÚS
Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: Quiero. Queda limpio. (Mateo 8:3) El toque de Jesús es total y absolutamente innecesario para sanar al enfermo. Su voz hubiera bastado para llevar a cabo el milagro. Además, con ese gesto el Maestro queda ritualmente impuro, es decir, no podía participar en la vida religiosa de Israel y debía permanecer sin contacto con otros seres humanos. Pero el toque era total y absolutamente necesario para devolverle a ese leproso la dignidad y su valor como ser humano, como hijo de Dios. El toque del Maestro satisface una necesidad emocional -ser valioso- y social -volver a tener contacto con otros- y espiritual -puede reincorporarse de nuevo en la comunidad de los creyentes, además de física -ser sanado de una enfermedad que le condenaba al ostracismo-. Imitemos el toque de Jesús. Carecemos -al menos yo- de la capacidad de sanar físicamente, pero no de la capacidad de transmitir consuelo, amor, aceptación, acompañamiento por medio de nuestros gestos,