LOS APÓSTOLES SE ENCUENTRAN CON EL JESÚS RESUCITADO
Los once discípulos fueron, pues, a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Allí encontraron a Jesús y le adoraron, aunque algunos todavía dudaban. Jesús se acercó y les dijo: — Dios me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a los habitantes de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo os he man- dado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. (Mateo 28:16-20) Nuestra relación con Jesús el Maestro está, con toda probabilidad, caracterizada por los mismos ingre- dientes que hemos observado en el encuentro de los discípulos con Él. Hay, sin duda, un reconocimiento de Jesús como nuestro Dios, Señor y Salvador personal. La comprensión de quién es Jesús y lo que ha hecho por nosotros nos lleva, o nos debe llevar, a una actitud de adoración. Pero