MÁS SOBRE EL CORAZÓN ENDURECIDO
Procurad, hermanos, que ninguno de vosotros tenga un corazón incrédulo y perverso que lo aparte del Dios viviente. Más bien exhortaos unos a otros día tras día mientras dura ese “hoy”, para que la seducción del pecado no endurezca vuestras conciencias. Porque sólo si mantenemos firme hasta el fin la confianza del principio, compartiremos la suerte de Cristo. (Hebreos 3:12-14) Una rápida lectura del pasaje nos resalta tres verdades principales: El pecado tiene un poder seductor. Obvio, es atractivo; si no lo fuera nadie pecaría, ni siquiera nosotros los que somos seguidores de Jesús. Segunda verdad, esa seducción tiene un efecto acumulativo que puede traer como consecuencia que nos alejemos de Dios. Poco a poco, paso a paso nuestro corazón, como en la fotografía, se va blindando y volviéndose menos y menos receptivo a la voz e influencia del Señor. Tercera verdad, necesitamos un entorno saludable en el que otros seguidores del Maestro nos exhorten -y nosotros lo podamo