CUARESMA, DÍA 14
Hijos míos, estoy sufriendo, como si de nuevo os estuviera dando a luz, hasta que Cristo tome forma definitiva en vosotros. (Gálatas 4:19) El mensaje del Nuevo Testamento es claro y repetitivo; el seguimiento de Jesús tiene como objetivo que cada día nuestra vida se parezca más a la suya, que nuestra forma de pensar y actuar sea un reflejo de cómo Él vivió y actuó. Que nuestro carácter refleje de forma progresiva el suyo, hasta que, como indica Pablo, tome forma definitiva en nosotros. De hecho, podemos medir nuestra madurez como seguidores del Maestro por la medida en que nos parecemos a Él y no por la cantidad de conocimientos que hemos ido adquiriendo con el paso de los años. La Cuaresma, este tiempo de reflexión, de examen de la vida, es una oportunidad para observarnos y ver cuán evidente es para mí el rastro de Jesús en mi vida, y cuán evidente lo es para los demás y, en base a esa observación decidir qué paso, por pequeño que sea, vamos a dar para parecernos más a Jesús.