ESENCIALMENTE AMOR
Porque el Señor es bueno, su bondad perdura por siempre, su fidelidad por generaciones. (Salmos 100: 5) Me pasa con frecuencia (yo diría que excesiva) que cuando hablo del amor de Dios, su gracia y su misericordia, siempre hay interlocutores que me puntualizan afirmando que también es justo y castiga el pecado. Es como si hubiera una necesidad de poner un contrapunto, como si hubiera miedo de que tanto amor y tanta gracia se nos fuera de la mano y nos llevara al libertinaje, a la vida disoluta. Me pregunto si eso no será una proyección de los propios miedos de la persona, de su inseguridad ante la libertad que nos ha dado Cristo y a la que como hijos hemos sido llamados. No niego la justicia de Dios; tampoco siento que sea mi responsabilidad determinar cómo a quién se la aplica, pero no puedo dejar de afirmar el amor, la bondad y la fidelidad del Señor como lo afirman las Escrituras. Éxodo 34:6 nos narra un episodio muy singular. Dios se revela a su amigo Moisés, con quien el mismo