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Mostrando entradas de mayo 1, 2009

EL DIOS QUE LLAMA Y PROMETE SU PRESENCIA

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Se acabó el libro de Deuteronomio y justo comienzo otro bien conocido, Josué. Hoy he leído los tres primeros capítulos, su llamada al liderazgo, los espías enviados a Jericó y el pasó del río Jordán por parte de todo el pueblo. Lo que ha llamado mi atención ha sido el hecho de que Josué fue llamado por Dios para llevar a cabo la tarea de conquistar y repartir la tierra prometida entre el pueblo y, consecuentemente, el Señor prometió estar con él, acompañarlo y hacer que su autoridad creciera a los ojos del pueblo. Me he hecho pensar acerca del liderazgo cristiano y la necesidad de estar seguro que aquello que hacemos es realmente lo que Dios espera que hagamos. He visto con mucha frecuencia en organizaciones e iglesias que, en primer lugar, definimos lo que queremos hacer y después buscamos la bendición de Dios sobre ello y esperamos que su presencia nos acompañe. En el caso de Josué el proceso fue el inverso, Dios llamó, dio una tarea o misión que llevar a cabo y después ase

MOISÉS, UN LÍDER PARA UNA TAREA

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El libro de Deuteronomio acaba con la muerte de Moisés. Momentos antes de morir Dios le permite contemplar la tierra que había prometido al pueblo de Israel. En el capítulo 34 versículo 4 he leído, Esta es la tierra que prometí con juramento a Abrahán, Isaac y Jacob diciendo: Se la daré a tus descendientes”. He querido que la veas con tus propios ojos, pero tú no entrarás en ella. Moisés fue un líder con una tarea, sacar al pueblo de la esclavitud de Egipto y guiarlo hasta la tierra prometida. Sin embargo, no fue el líder que Dios tenía preparado para conquistar la tierra. Para esa tarea Dios había escogido a otro hombre, Josué. El liderazgo de Moisés fue duro. Tuvo que soportar las rebeliones constantes del pueblo contra Dios y contra él mismo. Su liderazgo fue cuestionado incluso por su propia familia y tuvo que soportar una increíble carga durante todos los años que estuvo al frente del pueblo de Israel. Pero, al final, no se le permitió entrar en la tierra. Todos conocemos la

DE ELLO DEPENDE MI VIDA

Los capítulos que he leído corresponden al último discurso de Moisés ante el pueblo justo después de haber escogido a Josué como su sucesor y antes de que, tal y como se lo había anunciado el Señor, hubiera de morir. El discurso está lleno de realismo –un realismo que después se repetirá en el último discurso de Josué al pueblo antes de su muerte- y en él, Moisés, indica que el pueblo lamentablemente no será fiel al Señor y una vez en el país que Dios les concedía, se enriquecerían y su tendencia sería apartarse de los mandamientos y seguir tras otros dioses. El Señor conocía muy bien de qué pasta estaban hechos los israelitas y estos ya habían dado suficientes pruebas de su capacidad de quejarse y volverse contra el Señor. Quiero subrayar las palabras últimas de Moisés, Meditad bien en todas estas palabras con las que doy testimonio contra vosotros y decidles a vuestros hijos que cumplan fielmente las clausulas de esta Ley. Porque no son palabras que vosotros debáis tomar a la

SIGAMOS CON LA JUSTICIA DE DIOS

SIGAMOS CON LA JUSTICIA DE DIOS Estoy llegando al final del libro. Hoy he leído el capítulo 27 que, al menos en la versión que yo leo, lleva el sorprendente título de las 12 maldiciones. Es uno de esos pasajes curiosos de las Escrituras en que Dios indica a su pueblo aquellas cosas que considera dignas de maldición. Entre ellas he leído la siguiente que se encuentra en el versículo 19, ¡Maldito sea quien quebrante los derechos del inmigrante, del huérfano o de la viuda! De nuevo observo que nuestro Dios no está únicamente preocupado con los asuntos morales, que lo está, y así se pone de manifiesto en varias de las maldiciones, sino también con la justicia. Siento que el Señor me llama a meditar más en este aspecto de su carácter y en las consecuencias que tiene para la forma en que vivo mi fe y cómo esta se proyecta en un mundo que, si es cierto que está caracterizado por la inmoralidad, también lo es que lo está por la injusticia.