ENVIDIA, ARROGANCIA, ACEPTACIÓN
En virtud del don que me ha sido otorgado me dirijo a todos y a cada uno de vosotros para que a nadie se le suban los humos a la cabeza, sino que cada uno se estime en lo justo, conforme al grado de fe que Dios le ha concedido. (Romanos 12:3) En mis cincuenta años de ministerio he experimentado dos de los grandes pecados que todo líder (en realidad diría que todo seguidor de Jesús) tiene la tendencia a experimentar. la envidia y la arrogancia. El liderazgo, sea secular o religioso, se convierte con mucha frecuencia en una fuente de validación personal. El estatus, reconocimiento, poder, autoridad, proyección pública e influencia asociados con la posición de líder nos validan, nos hacen sentir que somos algo, alguien. Por tanto, no es difícil que sintamos envidia de aquellos que han crecido o conseguido más cuotas que nosotros. También, cual pavos reales, sentir arrogancia hacia aquellos que están por debajo de nuestro estatus. Sigo siendo propenso a ambos pecados. El tiempo no los ha