CISTERNA ROTA, ECLESIASTÉS
Entonces me dije a mí mismo: prueba la alegría y procura el bienestar. Pero también esto es pura ilusión. (Eclesiastés 2:1) Este pasaje dice que el rey de Jerusalén -una ilustración de cualquier ser humano-, después de constatar la incapacidad de la sabiduría de proveerle de sentido y propósito buscó este en el placer, la alegría, el estatus y las posesiones. Los versículos que siguen al arriba descrito desgranan toda la serie de experiencias y situaciones que buscó y experimentó y, sin embargo, llegó a la misma conclusión. ¿Es el placer malo? ¡En absoluto! No es lo que afirma el texto; afirma su incapacidad de darnos un sentido permanente. Al leer el capítulo vinieron a mi mente las palabras del Señor por medio del profeta Jeremías: Pues mi pueblo ha cometido dos maldades: me ha abandonado a mí —la fuente de agua viva— y ha cavado para sí cisternas rotas ¡que jamás pueden retener el agua!. Somos cisternas rotas y, consecuentemente, no podemos retener el agua. Nada nos satisfac