SALMO 119. P. DOMINADO POR LA MALDAD
Tus preceptos son admirables: por eso los guarda mi alma. la explicació de tu palabra ilumina, instruye a los inexpertos. Jadeo con la boca abierta, anhelando tus mandatos. Vuélvete a mí con piedad, como haces con quienes te aman. Afirma mis pasos según tus promesas, que no me domine maldad alguna. Líbrame de la opresión de los hombres, y guardaré tus decretos. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo y enséñame tus leyes. Ríos de lágrimas vierten mis ojos porque no se guarda tu ley. La idea que ha captado mi mente en esta estrofa del salmo 119 es no ser dominado por la maldad. Al leerlo han venido rápidamente a mi mente las palabras de Jesús, todo aquel que comete pecado se convierte en un esclavo del pecado. Es una verdad como un templo de grande. La práctica del pecado tiene un poder esclavizador sobre el practicante. El pecado tiene un poder adictivo y, como sucede con otras sustancias destructivas, el adicto, no puede dejar el hábito porque este produce a la vez una mezcla de pl...