OBSESIÓN
Sigo mi lectura de la Biblia, ahora desde Costa Rica, y estoy adentrándome en el libro de Esther. El capítulo 5 narra el ascenso al poder y la gloria Amán, uno de los servidores del rey Asuero. En términos políticos y económicos aquel hombre había conseguido todo a lo que se podía aspirar. Sin embargo, había algo que le amargaba la vida, Mardoqueo, un simple funcionario de segunda clase en el palacio real, se negaba a arrodillarse y postrarse ante él cuando lo veía. Era el único hombre en Susa, la capital del imperio Persa que tenía el valor y el coraje de pasar olímpicamente de él y no reconocerlo en público. El texto indica que aquello llegó a producir en Amán una auténtica obsesión, en el versículo 12 Amán dice de sí mismo, Además soy el único a quien la reina Esther ha invitado al banquete que hoy ofreció al rey; y me ha invitado al banquete que le ofrecerá mañana. Sin embargo, mientras yo vea a ese judío Mardoqueo sentado a la puerta del palacio real todo eso no significa na