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Mostrando entradas de septiembre 3, 2023

REFLEXIONES EN TORNO AL SALMO 51. RECONOCER

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  Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra ti, sólo contra ti pequé, yo hice lo que tú aborreces, así que serás justo en tu sentencia, serás irreprochable cuando juzgues. (Salmos 51:5-6) Reconocer la culpa, confesar. La palabra que el griego usa en el Nuevo Testamento es: "homologeo" que literalmente significa estar de acuerdo con Dios. Cuando confesamos estamos de acuerdo con Él en tres cosas: 1ª, que lo que hemos hecho o dejado de hacer está mal, va en contra del Señor y lo que espera de nosotros. 2ª que Jesús pagó de manera definitiva por nuestros pecados con su muerte en la cruz. 3ª que estamos dispuestos y comprometidos con Dios para cambiar nuestras actitudes y/o acciones con respecto al pecado en cuestión. A menos que se den estas tres condiciones, si falta una de ellas, no hay auténtica confesión y, consecuentemente, no se restaura nuestra comunión con Dios. ¿Por qué son importantes estas tres actitudes?

REFLEXIONES EN TORNO AL SALMO 51/ NO ES JUSTICIA, ES GRACIA

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Apiádate de mí, oh Dios, por tu amor, por tu gran compasión borra mi falta; límpiame por entero de mi culpa, purifícame de mis pecados. (Salmo 51:1-2) La apelación del pecador es al carácter de Dios. Sin embargo, es importante notar que no apela a su justicia, sino a su amor -gracia- y compasión. Si podemos aspirar y obtener el perdón no se debe a que sea justo que lo recibamos -no lo es en absoluto-, sino más bien a que de forma inmerecida, debido a la complejidad del carácter del Señor aspiramos a obtenerlo. Porque, afortunadamente, nuestra relación con Él está basada en la gracia y no en la ley. ¿Qué fundamento práctico -no el teórico- tiene tu relación con Jesús?