TUS DIOSES (SALMO 115)
Los ídolos de esas naciones son objetos de oro y plata; ¡son hechura humana! ¿Y qué es lo que tienen? Una boca que no habla, y ojos que no ven; orejas que no oyen, y narices que no huelen; manos que no tocan, y pies que no andan; garganta tienen, ¡peo no emiten ningún sonido! Iguales a esos ídolos son quienes los hacen y quienes confían en ellos. (Salmo 115:4-8) Todo parece indicar que el ser humano está hecho para adorar. La cuestión es a quién o a qué adora. Es, en mi opinión, falso que esta sociedad no sea religiosa, simplemente ha cambiado los objetos de su adoración. Los ídolos contemporáneos son el poder, la influencia, el placer, la búsqueda de experiencias, el sexo, el dinero... Martín Lutero ya lo indicaba al afirmar que dios es cualquier cosa que ocupa el primer lugar en tu corazón. Esta necesidad de adorar convierte al ser humano en tremendamente vulnerable y manipulable. Perseguimos la felicidad y ponemos nuestra confianza en cualquier persona o cosa que nos prometa alcan