CUARESMA, DÍA 27
Yo soy la vid; vosotros, los sarmientos. El que permanece unido a mí, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer. —Juan 15:5 Hay un razonamiento que puede hacerse fácilmente a la inversa de una proposición dada y este es un buen ejemplo de ello. Si todo aquel que está unido a Cristo lleva fruto, podemos deducir que aquel que no lleva fruto no tiene esta unión vital con Jesús. Acostumbramos a valorar el compromiso cristiano con el número de veces que aparece- mos por la iglesia en un periodo de tiempo dado ¡Nada más lejos de la realidad! No estoy afirmando que no sea necesario el compañerismo con otros seguidores de Jesús, ¡Naturalmente que lo es! Estoy hablando que esa no es la medida de nuestro seguimiento del Maestro. El fruto, por el contrario, sí que lo es. Unos versículos más adelante (v.8) se indica que el fruto es, precisamente, la prueba del auténtico discipulado. Es, por tanto, importante entender qué tiene Jesu