COMPARARSE
Que cada uno examine su propia conducta y sea la suya, sin compararla con la del prójimo, la que le proporcione motivos de satisfacción. (Gálatas 6:4) Pensando en términos espirituales, tiempo atrás uno sólo podía compararse con las personas de su propia congregación o, en ocasiones, con los de su denominación ya que acostumbrábamos a vivir en compartimentos denominacionales estancos. Uno se podía sentir más o menos espiritual según el resultado de esa comparación. Sin embargo, las posibilidades de comparación eran limitadas. Las redes sociales son un escaparate donde todos tratamos de presentar nuestra mejor imagen; una que, a menudo, nada tiene que ver con la realidad. Las redes son un escaparate y en ellos no se enseña la mercancía defectuosa sino aquella que es más comercial y puede dar mejor imagen. Sucede lo mismo con individuos, iglesias y organizaciones cristianas. El problema es que esto multiplica hasta el infinito nuestra capacidad de compararnos con otros y sentirnos mise