Porque no despreció ni rechazó el dolor del afligido; no le ocultó su rostro, sino que lo escuchó cuando clamaba. (Salmo 22:25)
¡Qué importantes son las percepciones! En ocasiones, no tienen nada que ver con la realidad. Nuestro cerebro nos envía una falsa señal en base a esa percepción y generamos un determinado estado de ánimo -seguridad, certeza, tranquilidad, miedo, ansiedad, desconfianza- que no necesariamente está fundamentado en hechos objetivos sino en percepciones subjetivas. Recuerdo, a modo de ejemplo, caminando con total tranquilidad y solo por un mercado en uno de los barrios más peligrosos de una ciudad centroamericana. Mi percepción era de total tranquilidad y seguridad; no desconfié de nada ni de nadie. Sin embargo, después supe por medio de mis anfitriones, la temeridad de mi acción y el peligro real en que me había puesto a mí mismo ¡Cuestión de percepciones!
Pienso que con Dios sucede lo mismo; nuestra percepción de Él -subjetiva- no tiene nada que ver con quién es Él…
¡Qué importantes son las percepciones! En ocasiones, no tienen nada que ver con la realidad. Nuestro cerebro nos envía una falsa señal en base a esa percepción y generamos un determinado estado de ánimo -seguridad, certeza, tranquilidad, miedo, ansiedad, desconfianza- que no necesariamente está fundamentado en hechos objetivos sino en percepciones subjetivas. Recuerdo, a modo de ejemplo, caminando con total tranquilidad y solo por un mercado en uno de los barrios más peligrosos de una ciudad centroamericana. Mi percepción era de total tranquilidad y seguridad; no desconfié de nada ni de nadie. Sin embargo, después supe por medio de mis anfitriones, la temeridad de mi acción y el peligro real en que me había puesto a mí mismo ¡Cuestión de percepciones!
Pienso que con Dios sucede lo mismo; nuestra percepción de Él -subjetiva- no tiene nada que ver con quién es Él…