SALMO 44/ CLAMOR
¡Despierta, Señor! ¿Por qué duermes? ¡Espabílate! ¡No nos rechaces para siempre! ¿Por qué nos ocultas tu rostro y olvidas nuestra desgracia y opresión? Nuestro aliento se hunde en el polvo, nuestro vientre está pegado a la tierra. ¡Levántate, ven a socorrernos, rescátanos por tu misericordia! (Salmo 44: 24-27) Este salmo tiene una cruda y clara honestidad con Dios, algo que me gusta y me enseña que la relación con el Señor puede y debe ser real. Hay cinco partes muy diferenciadas en el poema. La primera nos habla acerca de las memorias que el autor tiene acerca de la intervención pasada del Señor en la vida de Israel, sus grandes hechos gloriosos. La segunda, es una exclamación de alegría al pensar en aquellas proezas de Dios; el alma de forma espontánea se dirige al Señor y le expresa reconocimiento y alabanza. El tono, sin embargo, cambia con la tercera parte del salmo que comienza en el versículo 10. El salmista afirma que las cosas ya no son como acostumbraban a ser, y