EL SERMÓN DEL MONTE 11/ SAL/ MATEO 5
Vosotros sois la sal de este mundo. Pero si la sal pierde su sabor, ¿Cómo seguirá salando? Ya no sirve más que para arrojarla fuera y que la gente la pisotee. (Mateo 5:13) No soy un experto en cultura de la época romana; sin embargo, sé lo suficiente para tener conciencia de cuán importante era la sal en la antigüedad. Los soldados del imperio, a menudo, recibían su paga en forma de sal; de ahí deriva la palabra salario que todavía utilizamos en la actualidad. La sal verdaderamente valía su peso en oro; pues en una época donde no existían los refrigeradores la sal constituía una de las pocas formas conocidas de preservar y conservar los alimentos. Al pensar en las palabras de Jesús eso ha sido lo primero que ha venido a mi mente. Es posible que haya otras interpretaciones y, posiblemente, mucho más acertadas que la mía, pero todo esto me hace pensar en el seguidor de Jesús como un agente que un mundo que se corrompe a todos los niveles actúa, de algún modo, con su for