EL TRISTE PAÍS DE LA NOSTALGÍA

Muchos de los sacerdotes, levitas y cabezas de familia más ancianos que habían visto el primer Templo, al ver cómo se echaban los cimientos de este, lloraban a lágrima viva. Otros, sin embargo, daban grandes gritos de alegría. (Esdras 3:12) El pasaje es dramático, triste, y a la vez, lleno de un profundo significado. El pueblo de Israel ha regresado de la cautividad y gracias al trabajo de los profetas se han comenzado las obras para la reconstrucción del templo de Jerusalén. Esdras nos narra ese momento solemne en que los cimientos son puestos y la distinta reacción de parte de los diferentes espectadores: tristeza y júbilo. Los que habían visto el antiguo templo de Salomón no podían sino sentir nostalgia; lo que se estaba construyendo era tan sólo una triste caricatura de aquel glorioso edificio. Pero la nueva generación -y quiero pensar que para algunos de la antigua también- estaban jubilosos, alegres, contentos, gozosos ante lo nuevo que Dios les permitía hacer. De...