SER DISCÍPULO EN EL SIGLO XXI. LA GRAN HISTORIA DE DIOS. REDENCIÓN 14

 

Considero, por lo demás, que los sufrimientos presentes no tienen comparación con la gloria que un día se nos descubrirá. La creación, en efecto, espera con impaciencia que se nos descubra lo que serán los hijos de Dios. Sometida a la caducidad, no voluntariamente, sino porque Dios así lo dispuso, abriga la esperanza de compartir, libre de la servidumbre de la corrupción, la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Y es que la creación entera está gimiendo, a una, con dolores de parto hasta el día de hoy.  Pero no sólo ella; también nosotros, los que estamos en posesión del Espíritu como primicias del futuro, suspiramos en espera de que Dios nos haga sus hijos y libere nuestro cuerpo (Romanos 8:20-23)

Porque la rebelión del ser humano fue una catástrofe de dimensiones cósmicas, del mismo modo la redención tiene que alcanzar dimensiones similares. Vimos que el trabajo de Jesús restauró nuestra relación con Dios, con nosotros mismos y con otros seres humanos. También debe restaurar nuestra relación con la creación del Señor, debemos dejar nuestro rol de destructores y depredadores para volvernos a convertir en cuidadores y administradores de la creación. Nuestra relación con ella debe de cambiar de forma radical, total, definitiva.

Tal vez te sorprenderá pensar que Jesús no solo murió por los seres humanos, sino por toda la creación. El famoso y tan querido por los evangélicos Juan 3:16, ha sido traducido indicando que tanto amó Dios al mundo que envió a Jesús; sin embargo, la traducción correcta de la palabra usada en griego: cosmos, sería la creación. El Señor murió por toda la creación, como indica también Pablo, para reconciliar con Dios todas las cosas, las que están arriba en los cielos y abajo en la tierra.

¿Cuál debe ser tu actitud hacia la creación de Dios? ¿No deberíamos los cristianos ser los ecologistas más acérrimos?

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