EL HERMANO DÉBIL Y EL NO TAN DÉBIL



Eso si, procurad que esta libertad vuestra no se convierta en ocasión de caída para los poco formados. (1 Corintios 8:9)

Conforme he ido caminando con el Señor reconozco que he ganado libertad en mi relación con Él y también en mi vida en general. Puedo afirmar, sin exagerar, que he aprendido a disfrutar más de la vida. Sin embargo, ese crecimiento en libertad pienso que ha ido parejo en un crecimiento en responsabilidad. No quiero usar mi libertad de modo que pueda ser dañina a los que son denominados por Pablo como poco formados. Entiendo que cada persona tiene un proceso y, precisamente, porque soy libre, respetaré el mismo y procuraré en todo lo que me sea posible ser de bendición.

Pero el hermano débil, el poco formado, no es lo mismo que el legalista. Este último se considera juez de la conducta de los demás y árbitro de cómo deben vivir, qué es correcto y qué es incorrecto y trata, por todos los medios a su alcance, imponerlo a los demás. No es libre y, por tanto, no puede soportar la libertad de los demás y trata por todos los medios de cortarla (Recordemos que Pablo tuvo que escribir toda una carta, la de los Gálatas, para afrontar este problema), si está en una posición de liderazgo puede ser un peligro.  Son movidos por el mismo espíritu que llevó a condenar a Jesús porque era comedor, bebedor y amigo de gente de mala vida.

¿Qué espíritu habita en ti, el de libertad o el de legalismo?

 

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