CUARESMA, DÍA 21




Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría. —Salmo 91:12

Es evidente que el paso del tiempo nos vuelve a todos viejos. Los años se acumulan y el desgaste físico aumenta de forma inexorable. También es cierto que existen edades en las cuales no es tan evidente como en otras. También que ciertas personas se desgastan a un ritmo más lento que otras pero, igualmente, se desgastan, nos desgastamos.

Así como el paso del tiempo de forma inexorable e inevitable nos vuelve más viejos sin que tengamos que hacer nada al respecto -seamos realistas, todos los esfuerzos por retrasar lo inevitable sólo consiguen eso, retrasar- pues nos viene dado por sí sólo, no sucede lo mismo con la sabiduría.

La sabiduría, desgraciadamente, no viene de forma automática con la edad. La sabidu- ría debe ser cultivada, debe ser buscada, debe haber intencionalidad, es decir, voluntad consciente en nuestras vidas para conseguirla y, cuando tenemos esta actitud y práctica, con el paso de los años la vamos adquiriendo.

Dicen que el principio de la sabiduría es la reverencia hacia Dios. De forma práctica significaría esa intencionalidad y voluntad en ordenar nuestras vidas de tal forma que el carácter de Dios sea más evidente en nosotros, que afrontemos la vida con sus valores, sus prioridades, su visión.

La invitación de la Cuaresma el día de hoy es que, seas quien seas, vivas donde vivas y tengas la edad que tengas, te inclines hacia atrás, ganes perspectiva y visión y te preguntes qué ves cuando miras hacia atrás a los años que ya has vivido. Es posible que hayas adquirido conocimiento -profesional, personal, incluso bíblico- pero ¿Has adquirido sabiduría.?

Honestamente ¿Qué te muestra la reflexión? ¿Qué te enseña sobre ti mismo?
¿Qué te invita a hacer?


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