PROFETAS Y REYES, SAMUEL, PRÁCTICA

 



Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le comunicó: Ahí tienes el hombre de que te hablé. (1 Samuel 9:17)


El contexto del pasaje es la elección de Saúl como rey de Israel, el primero de los monarcas. Pero, lo que quiero resaltar es la soltura con la que Samuel podía, sabía identificar la voz del Señor. Han pasado muchos años desde aquel día en que el profeta escuchó la voz de Dios por primera vez y no supo reconocerla. Hay un contraste entre aquella primera ocasión y la reflejada en el pasaje. El tiempo y la práctica es la explicación. Samuel, con el paso de este -recordemos que aquí es ya anciano y terminando su ministerio- y la práctica continua e intencional desarrolló la capacidad de discernir entre tanto ruido cultural la voz del Señor.

¿De dónde viene esa ridícula idea que las disciplinas espirituales se pueden desarrollar sin voluntad, intencionalidad y práctica? Pablo le dice a su discípulo Timoteo que se esfuerce en la gracia. Nosotros seguimos cándidamente pensando que la madurez vendrá por sí sola, sin que la trabajemos ni la construyamos. Nos esforzamos en múltiples áreas de nuestra vida: deporte, estudios, familia, carrera profesional, etc., pero, lamentablemente pensamos que el dominio espiritual es diferente y no hay que hacer nada, simplemente sucederá.

Es un pensamiento tan infantil como pensar que visitar un hospital con frecuencia te convierte en médico. Sin duda, aprenderás ciertas rutinas y jerga del personal, pero nunca serás un auténtico galeno. Desarrolla, pues, como Samuel, tus habilidades espirituales.

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