EL SORPRENDENTE CAMINO DE JESÚS (SALMO 112)

 



Los hijos de la gente honrada dominarán el país y serán siempre bendecidos. Tendrán en su casa muchas riquezas, y siempre triunfarán en todo. (Salmo 112: 2-3)


Todo el salmo sigue la misma tónica. El justo es bendecido y prospera, todo le va bien a él y a su descendencia. Por el contrario, el necio, el malvado, el que no vive según la voluntad del Señor solo puede esperar todo lo contrario. El salmista no hace sino reflejar lo que era la creencia habitual del Antiguo Testamento; la riqueza, la prosperidad eran signos evidentes de la bendición y el respaldo de Dios. Job, sin embargo, ya nos demostró que las cosas no eran tan matemáticas como podríamos pensar. También la vida de muchos de los profetas, baste, por ejemplo, pensar en el pobre Jeremías.

Jesús nos presenta un camino diferente y sorprendente. Sus discípulos se quedaron estupefactos cuando el Maestro afirmó que sería muy difícil para los ricos heredar la vida eterna. En la concepción de aquellos primeros seguidores de Jesús, riqueza y favor del Señor eran sinónimos. Así pues, si para el rico era difícil. ¿Cómo sería para el pobre, el vulnerable, el desvalido, el marginado?

El sorprendente camino de Jesús lo hallamos en el sermón del monte y, más específicamente, en las bienaventuranzas. La traducción más correcta sería felices, en vez de bienaventurados. La palabra griega usada es "makarios" que, además, era la felicidad de la gozaban los dioses. Jesús afirma que los felices son aquellos que son pobres de espíritu, los que lloran, los mansos, los que construyen la paz, los que tienen y misericordia y los que son perseguidos en su búsqueda de la justicia. Si te acercas a Jesús en busca de prosperidad, estás en la búsqueda equivocada.

¿Qué te hace pensar esta perspectiva de la felicidad?





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