LA QUEJA



Y dijeron a Moisés: ¿Es que no había sepulcros en Egipto, para que nos hicieses venir a morir en el desierto? ¿Par esto nos has sacado de Egipto? ¿No te decíamos allí que nos dejaras en paz sirviendo a los egipcios, pues más nos valía ser esclavos suyos que morir en el desierto? (Éxodo 14:11.12)

El pueblo de Israel camina en libertad después de haber visto una y otra vez grandes intervenciones sobrenaturales del Señor en sus vidas. Israel, como la mayoría de nosotros, tenemos muy poca memoria histórica. Rápidamente olvidamos las intervenciones pasadas de la Providencia y ante el nuevo reto, dificultad, obstáculo, problema, etc., caemos en un profundo desencanto que nos lleva a una profunda queja hacia el Señor. En nuestra confusión porque las cosas no están saliendo como esperábamos o deseábamos, nos volveríamos de forma inmediata al pasado y lo aceptaríamos gozosos y felices.

Lee las afirmaciones del pueblo. Egipto, el lugar donde habían sufrido esclavitud durante 400 años, es percibido como un spa de lujo donde, aparentemente, la vida es dulce y maravillosa. Es increíble de qué modo el miedo, la inseguridad, la ansiedad pueden distorsionar nuestra percepción de la realidad y hacernos parecer la esclavitud como apetecible, como mejor que la realidad presente actual.

Es una buena aplicación para nosotros ¿Qué caracteriza nuestra vida, la queja o la gratitud? ¿Cómo reaccionamos ante lo imprevisto, ante las cosas que van como queremos o pensamos, con confianza en el Dios que nos saco de nuestro Egipto particular o con ganar de volver al mismo lo antes posible? Todos queremos llegar a la tierra prometida sin pasar por el desierto. Pero no funciona así; hasta el mismo Jesús tuvo que pasar por él. Es precisamente en el desierto donde nuestro carácter es probado, formado y transformado. Querer evitar el desierto es querer evitar el trabajo del Señor en nosotros.


¿Cómo vives el desierto?

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