ECLESIASTÉS: EL VALOR DE AMBOS
En el día de felicidad, se feliz; en el día de adversidad, reflexiona; uno y otro los ha hecho Dios. (Eclesiastés 7:14)
La vida, es como es, no como necesariamente quisiéramos que fuera. Como en un juego de cartas, uno debe hacer la mejor partida posible con aquellos naipes que le han tocado en suerte. Ni siquiera tenemos la capacidad de escoger dónde nacemos, en qué contexto nos desarrollamos. Para la mayoría de nosotros es muy tarde en la vida cuando comenzamos a tener la capacidad de tomar nuestras propias decisiones; además, todos sabemos por experiencia, que no siempre estas son acertadas ni sus consecuencias las deseadas.
El autor de Eclesiastés nos dice que aprovechemos la vida tal y como viene. Los días de felicidad debemos aprovecharlos y gozarlos porque vienen de Dios y hacen que la vida tenga más sentido y propósito. Pero también los de adversidad vienen del Señor y también estos tienen su propósito y razón de ser. La adversidad nos permite tener otra mirada, otra perspectiva. Nos invita a la reflexión -inclinarse para atrás para ganar distancia y comprensión- sin la cual sería difícil poder tener una comprensión completa de la vida.
Así pues, cuando hay gozo, hay que disfrutar; cuando hay adversidad, hay que reflexionar ¿Qué nos quiere enseñar Dios por medio de las circunstancias adversas? ¿Qué nos enseñan estas acerca de la vida, Dios y nosotros mismos? ¿Qué cambios nos invita la adversidad a llevar a cabo?
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