NÚMEROS PARTE I/ LA GENERACIÓN DEL DESIERTO/ CAPÍTULOS 19 Y 20



Pero el Señor dijo a Moisés y Aarón: -puesto que vosotros no tuvisteis confianza en mí ni me honrasteis delante de los israelitas, no entrareis con esta gente en el país que les he dado.

Moisés es castigado sin entrar en la tierra que Dios había prometido a su pueblo. Cuando leo este pasaje me parece durísimo trato para aquel hombre que sirvió de manera fiel, que tuvo que aguantar a un pueblo rebelde que no quería obedecer al Señor, que cuestionaba su liderazgo una y otra vez y al cual tuvo que salvar, por medio de su intercesión directa, de ser exterminado por Dios.

He leído acerca del hecho que en esta ocasión Moisés actuó con rabia y golpeó dos veces -en vez de una como le había sido indicado- la roca, que desobedeció al Señor al golpear dos veces. Lo cierto es que todas las interpretaciones tienden a intentar explicar lo que a los ojos de cualquier lector parece injustificable, un castigo excesivo para una falta tan leve.

Sin embargo, cuando personalmente  leo el pasaje me doy cuenta que hay dos palabras claves que debo tener en cuenta, desconfianza y deshonra y estas son, de acuerdo a la misma Palabra, las razones de semejante juicio sobre Moisés y su hermano. Quiero decir que no necesariamente -aunque no estoy negándolo- hay una relación entre la roca y el decreto de Dios, pero si la hay entre la desconfianza y la deshonra y esa misma declaración de exclusión hecha por el Señor.

Lo cual me hace pensar en dos cosas que todo líder debe tener en cuenta a la hora de ejercer su liderazgo, sea al nivel que sea y en el ámbito que sea, la confianza en el Señor y la honra de su nombre. El diccionario, para ser prácticos, declara que honrar es simplemente respetar y dar el honor merecido.

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