CUARESMA, DÍA 38

 




con los ojos puestos en Jesús, origen y plenitud de nuestra fe. —Hebreos 12:2

La Cuaresma ya va llegando a su fin, de hecho concluye en un par de días más. Los men- sajes, por tanto, se van orientando más hacia adelante, hacia el seguimiento de Jesús, después de un prolongado tiempo de reflexión sobre diferentes facetas y aspectos de nuestra vida.

Ayer hablábamos de seguir a Jesús sin importar qué hagan los demás y qué actitud ten- gan con respecto al seguimiento del Maestro. Hoy la Palabra nos invita a poner los ojos en Jesús, el cual es el origen y a la vez la destinación, la plenitud de nuestra propia fe.

Ponemos los ojos en Él porque a lo largo del camino que es nuestro peregrinaje por esta vida es muy fácil perder las cosas de vista, desorientarse y acabar siguiendo otras cosas.

Ponemos los ojos en Jesús acercándonos a Él por medio de su Palabra, tratando de imi- tarlo y reflejar más y más en nuestra manera de vivir y pensar cómo es Él. También lo ha- cemos por medio de la oración y la reflexión que nos ayudan a no perder la perspectiva y poder entender qué hacer en momentos de disyuntiva en nuestra vida. Lo hacemos, por último, sirviendo al prójimo en quien nos encontramos con el Maestro y a quien minis- tramos cuando servimos a otros en sus necesidades.

¿Dónde están puestos tus ojos?



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