LA NUEVA VIDA EN CRISTO III
Ahora, en cambio, muertos a la ley que nos tenía bajo su yugo, hemos quedado liberados de ella y podemos servir a Dios, no según la letra de la vieja ley, sino conforme a la nueva vida del Espíritu. (Romanos 7:6)
El argumento del apóstol es muy simple: Somos identificados con Cristo en su muerte, por tanto, el pecado ya no tiene poder sobre nosotros, ya no estamos bajo la autoridad de la ley ¡Somos libres! Ahora bien, Pablo nos invita a que usemos esa libertad para entregarnos de forma voluntaria a la práctica del bien, a la imitación de Jesús, a demostrar su carácter en nuestra vida cotidiana. Pero, como bien sabemos, el ejercicio de la libertad tiene sus riesgos. Podemos usar esa recién ganada libertad para el servicio apasionado a Dios o, por el contrario, podemos usarla para continuar obedeciendo nuestros impulsos y seguir pecando. Creo, sin ninguna duda, que cuando lo usamos en esta dirección nuestro postrer estado es peor que el primero. No hay nada más penoso que ver a alguien que haciendo uso de su libertad ha vuelto a esclavizarse. Probablemente tenga relación con aquel pasaje en que Jesús habla que después que un espíritu ha sido expulsado al volver y ver la casa limpia y ordenada, se va y regresa con otros espíritus malignos, haciendo que la situación de la persona sea mucho peor.
Libres para escoger el bien, no para esclavizarnos de nuevo al mal.
¿Qué uso haces de tu libertad?
Usarla conforme a a la libertad de Jesús, tratar de vivir libremente con sus leyes eternas.
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