MARCOS ESTUDIO 3: PARENTESCO



¿Quiénes son en verdad mi madre y mis hermanos?

La madre y los hermanos de Jesús quieren verlo -los mismos que en este mismo capítulo tres del evangelio pensaban que estaba loco- y reclaman su presencia fuera de la casa -abarrotada, todo sea dicho- donde Él estaba enseñando a la gente. Me imagino que el parentesco existente entre ambos les daba, o al menos así lo consideraban ellos, el derecho a ello. Es entonces cuando el Maestro hace la afirmación que encabeza esta entrada y que concluyó diciendo que su madre y sus hermanos son todos aquellos que hacen la voluntad de Dios.

Puedo equivocarme pero pienso que Jesús está afirmando que, a sus ojos, lo que verdaderamente cuenta es hacer la voluntad de Dios, y esto tiene más valor y es considerado por Él como más importante y un vínculo más fuerte que el parentesco físico. 

Aplicado a mi situación diría que más que mi afiliación religiosa -católica, evangélica, ortodoxa- lo que Jesús tiene en cuenta es en qué modo el cumplimiento de la voluntad de Dios es evidente y real en mi vida. Dicho de otro modo, ser evangélico, ser bautista, no me da ninguna preferencia ni categoría a los ojos de Jesús. Mi ortodoxia teológica, la iglesia o comunidad a la que pertenezco no es, necesariamente, garantía de nada. El auténtico parentesco con Jesús, lo que me define como seguidor suyo, es la práctica y aplicación en mi vida de su voluntad y, en mi modesto entender, eso puede resumirse en ser y vivir como un agente de restauración en un mundo roto.

Pero las palabras de Jesús me despiertan una gran inquietud ¿Qué sucede con aquellos que no conocen al Maestro pero, sin embargo, la voluntad de Dios es evidente en sus vidas?

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