¡A VIVIR QUE SON DOS DÍAS!



Si los muertos no resucitan, ¡comamos y bebamos que mañana moriremos! (1 Corintios 15:32)

Personalmente, y sé que algunos de mis amigos no estarán de acuerdo, necesito en mi vida un gran SI que ponga en perspectiva los pequeños NOES, las renuncias que he hacer para poder vivir en consonancia, en consecuencia, en coherencia con ese gran SI que alienta, inspira, motiva y ordena mi vida.

Muchas de las enseñanzas centrales de la fe cristiana no son nuevas ni novedosas. La regla de oro, amar al prójimo como a nosotros mismos, es recogida por todas las tradiciones religiosas aunque sea expresada con matices o redactado diferente. Otras de las enseñanzas, como la dignidad del ser humano, el respeto por las diferencias y la diversidad han sido asumidas por la cultura occidental olvidando su procedencia. 

Pero lo que hace diferente al cristianismo de otras religiones es que el centro del mismo es la persona de Jesús y sus afirmaciones de ser Dios en forma humana y, por tanto, con la capacidad de darnos una vida diferente aquí en la tierra que tendrá su culminación en la eternidad. La vida eterna no es algo que esperamos, es algo que disfrutamos ya aunque no en plenitud. Pero si Jesús no es Dios y no resucitó, entonces puedo entender que para Pablo y también para mí, su afirmación es una consecuencia natural ¡A vivir que son dos días!

¿Qué nueve y ordena tu vida cotidiana?

 

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