CUIDADO DEL VULNERABLE



Padre de los huérfanos, defensor de las viudas es Dios en su santa morada. Dios acoge en su casa a los desamparados y libra a los cautivos entre cánticos de júbilos. (Salmo 68:5-6)

Es curioso porque, sin excepción, las divinidades de la antigüedad siempre han estado al lado del rico, del poderoso, del sacerdote, del guerrero y del rey. El Dios de Israel, nuestro Dios, es una total excepción al respecto: Él se declara el protector de los huérfanos y las viudas que, juntamente con los extranjeros y los pobres son una manera de abarcar a todos los vulnerables. Se erige en su protector y reclamará cuentas de cómo los tratamos. El propio Santiago, el hermano de sangre de Jesús, en su carta afirma que esta es la auténtica religiosidad, la intachable a los ojos de Dios: asistir a los débiles y desvalidos  en sus dificultades. 

Así pues la iglesia del Señor no puede ignorar quienes son aquellos a los que el Señor protege y debe hacer todo lo posible por alinearse con aquellos que debido a sistemas económicos, sociales, culturales, racionales o políticos quedan al margen de la sociedad, excluidos del acceso a educación, cultura, alimentos y salud. Es un reto personal y comunitario para los seguidores de Jesús porque el evangelio no es, únicamente para la eternidad, es para el aquí y el ahora.

¿Cómo debe afectar esto tu visión ante la pobreza, la discriminación y la marginación? ¿Es justo gritar contra la ideología de género y callar ante la pobreza, la marginación y el desamparo de los vulnerables? ¿Qué haría Jesús?

 

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