LA BÚSQUEDA DE APROBACIÓN



Por lo demás, el que quiera presumir, que presuma del Señor, pues no queda acreditado como bueno el se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba. (2 Corintios 10:17-18)

Todos, sin excepción, buscamos la aprobación de los demás. Puede variar la medida en que es importante para nosotros. Puede diferir en qué o quién buscamos esa validación de nuestra débil identidad. Sin embargo el hecho está ahí. Desde que decidimos emanciparnos del Señor (en aquellos remotos tiempos descritos en Génesis 3) hemos perdido nuestro punto de referencia. Como seres finitos necesitamos un punto infinito de referencia (ya lo afirmaba el filósofo existencialista francés J.P. Sartre) y al no querer tenerlo en Dios lo buscamos en nuestro exterior, con demasiada frecuencia en la validación por parte de otros.

Sin embargo, lo que nos está diciendo Pablo es que al final lo que realmente cuenta es qué piensa el Señor de nosotros. Lo que digamos de nosotros mismos o lo que otros digan con relación a nosotros y nuestro ministerio carece, en la perspectiva eterna, de total valor y significado. Ahora bien, "actuaremos" buscando el aplauso y la aprobación de aquel que consideremos nuestro público principal, sea este Dios o la gente que nos rodea.

¿De quién buscas el aplauso?

 

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