CUARESMA, DÍA 30

 



Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada en lo alto de una montaña no puede ocultarse.—Mateo 5:14

Lo que Jesús afirma es que una ciudad -y eso que en aquella época no tenían la enver- gadura que tienen ahora- es algo demasiado grande para que pueda pasar desapercibido, es evidente y quieras o no, lo ves, todavía más si está en lo alto de una montaña.

Pienso, consecuentemente, que la presencia de Jesús en nuestra vida debe de ser algo
lo suficientemente consistente y coherente para que pueda ser evidente y percibido por el resto de las personas, especialmente por aquellas más cercanas a mí, las que están en mi círculo de influencia más próximo, mi esposa, mis hijos, mis hermanos, mis amigos, la gente de mi comunidad.

Ayer, en mi espacio nocturno de reflexión -de pararme, inclinarme para tomar distancia y perspectiva- observaba mi vida y valoraba qué tipo de luz proyecta y si realmente, sin pretender ser perfecto, pero sí anhelando la coherencia, es posible vislumbrar a Jesús en mí. Esa es mi invitación cuaresmal para ti también.

Este tiempo de Cuaresma es una gran oportunidad para echarle un vistazo a esta dimensión de tu vida y estas preguntas pueden ayudarte en ese proceso.

¿Cuánto de Jesús es visible en ti?

¿Cuánto de su carácter, sus valores, sus prioridades, su estilo de vida está presente en tu experiencia como ser humano y se proyecta hacia el exterior?


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