PROFETAS Y REYES/ SAMUEL, ALIMÉNTATE

 



Como vimos, tenemos el ADN divino, todo el potencial para llegar a ser como Jesús que, al fin y al cabo, es una de las dimensiones básicas de nuestra salvación. Por decirlo de alguna manera, somos salvados en la medida en que Jesús va siendo formado en nosotros. Pero, para que esa naturaleza divina que nos ha sido dada pueda desarrollarse debemos alimentarnos y hacerlo de forma constante y, naturalmente, saludable.

La persona que se alimenta exclusivamente del sermón semanal de su líder o pastor crecerá de forma raquítica, será imposible que desarrolle todo el potencial que puede alcanza ¡Quién lo hace si se alimenta una vez por semana en la vida física! Del mismo modo, aquel que se alimenta a base de podcasts, sermones enlatados u otros productos que han sido generados por terceras partes serían similares a aquellos que su dieta se basa en comida precocinada; puede ser agradable, escoges lo que te gusta y apetece, pero, en mi humilde opinión, tampoco es saludable.

¿Estoy afirmando que eso es malo? ¡Para nada! pero si estoy afirmando que nada puede sustituir la búsqueda diaria del Señor en oración, estudio de la Palabra y plenitud del Espíritu. Esas -entre otras complementarias- son las que desarrollan la semilla de divinidad plantada en nosotros y nos ayudan a que Jesús sea formado en nuestras vidas. Lo mencionado antes, pueden ser complementos, nunca sustitutos.

¿Cuál es tu dieta espiritual?

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