SEÑOR DOLOR, EL MAESTRO (SALMO 119)

 



Antes de haber sufrido pequé, pero ahora respeto tu Palabra... Me vino bien haber sufrido para así aprender tus normas. (Salmo 119: 67 y 71)


El dolor y el sufrimiento, como tantas cosas en la vida, son complejos y no sirve una simple y única receta o acercamiento para explicarlo todo. En ocasiones, los experimentamos de forma injusta. Las acciones de otros tienen una repercusión sobre nosotros que nos convertimos en meros agentes pasivos de las consecuencias de las decisiones conscientes o inconscientes tomadas por otros. En otras ocasiones, el dolor y el sufrimiento forman parte de la realidad de que somos seres humanos. No ha existido ni existirá ninguna persona que más tarde o más temprano no lo tenga que recibir en su vida. Hasta cierto punto lo aceptamos; la muerte de una persona normal es considerada como parte de un proceso normal. La muerte en un joven nos parece anti natural y nos golpea.

El salmista no está hablando en este pasaje del dolor y el sufrimiento que acabo de comentar. Se refiere a aquel que es consecuencia directa de nuestras acciones, más concretamente de nuestro pecado, de nuestro deseo de vivir al margen del Señor, de no tener en cuenta sus mandatos que, como sabemos, tienen como finalidad protegernos y darnos vida. Desde esta perspectiva, el dolor y el sufrimiento "bien merecido" puede ser un gran maestro. La reflexión del porqué lo estamos viviendo puede llevarnos a un cambio en nuestra manera de vivir, en nuestros hábitos, en nuestra actitud hacia el Señor y sus mandamientos. Esto último no sucederá sin reflexión y sin abrirnos a la voz de Dios dejando que nos de retroalimentación. Puede ser que asistamos a la clase de la vida y no aprendamos nada del maestro.

¿Qué está pasando en tu vida? ¿Qué quiere enseñarte el dolor y el sufrimiento de parte de Dios?

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