¿PARA QUÉ?



Cristo, en efecto, murió por todos, para que quienes viven, ya no vivan más para sí mismos, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.  Así que en adelante a nadie valoramos con criterios humanos. Y si en algún tiempo valoramos a Cristo con esos criterios, ahora ya no.  Quien vive en Cristo es una nueva criatura; lo viejo ha pasado y una nueva realidad está presente. (2 Corintios 5:15-17)


Las palabras para qué en el idioma castellano indican finalidad, dirección y propósito. A la hora de leer este breve pasaje del apóstol Pablo a los Corintios hay que tenerlo en mente y bien presente para poder entender su significado. El apóstol nos enseña que Jesús murió para que sus seguidores ya no vivan para sí mismos sino para aquel que murió y resucitó por ellos. Me pregunto cuántos millones de cristianos tenemos subrayado en nuestras Biblias este precioso pasaje.

Pero, automáticamente viene a mi mente otra pregunta: ¿Qué significa en términos prácticos vivir para Jesús? Si no dotamos a esta expresión de sentido y significado carece totalmente de valor. Queda simplemente como una expresión estética sin conexión aparente con nuestra vida cotidiana. Personalmente lo entiendo de una doble manera: ser cada día más semejantes al Maestro de Nazaret y unirnos a Él en el ministerio de restauración y reconciliación de todas las cosas. Dicho de manera más llama y directa, Cristo murió para que yo pueda ser un hombre nuevo y un agente de restauración, un constructor del Reino de Dios. Si ese fue el propósito de su muerte, es importante, muy importante para nosotros que valoremos cuán alineados estamos con ese propósito, cuán real es en nuestras vidas.

Pero, aún hay una tercera pregunta que me surge de esta lectura: ¿Cómo lo articulo de forma práctica en mi vida de cada día, cómo puedo aterrizarlo en la realidad? La respuesta es a través de un sentido de misión. Nosotros no nos levantamos para vivir una vida cotidiana común ¡En absoluto! lo hacemos para ir a la misión para construir el Reino de Dios en nuestros hogares, trabajos, centros de estudio y ocio y en cualquiera de los ámbitos en los que el Señor nos ha colocado. 


¿En qué clave vives tu vida?

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