JESÚS, DIOS, PADRE



El que me ve a mí, ve al Padre. (Juan 14:9)


Si Dios es como Jesús mirando a este último podemos hacernos una imagen más nítida y precisa de cómo es Él. El Maestro nos enseñó que Dios es un padre. Este era un concepto totalmente ajeno al judaísmo de la época de Jesús. De hecho, en la oración conocida como el Padrenuestro, se refiere a Dios como papá o papaíto. Una denominación tremendamente íntima y cariñosa y que nuestras Biblias han traducido por el más formal término "padre". Que Dios sea un padre es a la vez una buena y mala noticia. 

Es mala porque como ya vimos nuestra tendencia es a proyectar sobre la divinidad nuestras propias imágenes y realidades humanas. La experiencia que hayamos tenido con nuestro progenitor físico, la relación que hayamos mantenido con él puede ser la base sobre la cual construyamos nuestra imagen de Dios como padre. El Señor se convertiría de este modo en nuestro padre amplificado y, como ya comenté anteriormente, no importa si nuestra concepción de Dios es falsa o correcta, es con la misma que nos relacionamos. Si nuestro padre ha sido abusivo, indiferente, ausente, estricto, poco amoroso; si nunca nos ha expresado amor, aceptación incondicional, refuerzo o apoyo; Si nunca ha reconocido nuestros logros pero puntualmente ha señalado cada  error fuera éste pequeño o grande, existen muchas posibilidades que así veamos a nuestro Padre celestial y en base a esa imagen construyamos nuestra relación personal con Él. 

Pero la buena noticia es que Dios no es ese tipo de padre que tal vez marcó nuestra relación. Él es el verdadero padre y, consecuentemente, es el modelo original de aquello que la paternidad debiera haber sido y el pecado hizo imposible al corromper todas las dimensiones de la vida humana. La paternidad del Señor debería de proyectarse sobre todos nosotros padres y servirnos de modelo e inspiración de lo que deberíamos ser. En vez de proyectar nuestras frustradas experiencias de paternidad sobre Dios deberíamos redimir el rol paterno proyectando al Padre celestial en nuestro hacer como padres. Para muchos de nosotros entender la paternidad de Dios nos servirá para ver de dónde nuestros progenitores, con todas sus limitaciones, extrajeron su inspiración. Para otros esta comprensión de Dios como papá servirá para poder experimentar con Él lo que nunca pudimos experimentar con nuestros progenitores terrenales por muchas y variadas razones. Será una redención y reivindicación del rol paterno. 

Necesitamos pues ir a la Escritura para ver cómo Jesús describió a papá Dios.


Piensa en tu relación con tu padre ¿Hasta que punto tu visión del Señor -no la teórica, sino la real- está condicionada por esa relación? ¿En qué te beneficiaría descubrir la autentica paternidad de Dios?

Comentarios

  1. No recibí de mi padre caricias, besos y abrazos. Como español de la postguerra civil era frío y distante. Ni siquiera pronunciaba palabras de afirmación y ánimo, las de reproches y condenación si. Pero al conocer el amor del Padre celestial a través del Hijo fue un torrente de frescura y de sanción a mi vida. Ahora tengo una relación de amor con mi padre más autentica, más amorosas y completa. Con casi sus 95 años ahora le gusta los abrazos, las caricias y los besos. Y por supuesto a mi mucho más.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por tu honesto comentario.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

SE PROPICIO A MÍ PECADOR

ESCLEROSIS

¿HASTA CUÁNDO?