JESÚS/ NAZARET 1/ MATEO 13:53-58
¿No es este el hijo del carpintero? ¿No es María su madre, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no viven todas ellas entre nosotros? ¿De dónde ha sacado todo eso? (Mateo 13:55-56)
La familiaridad con algo o con alguien tiene algunos inconvenientes. Permite que uno se forme una idea que no necesariamente concuerda o tiene su equivalencia con la realidad, sin embargo, nos sirve para funcionar y para poder lidiar con la vida. Todos, afirmaría que sin excepción, hemos tenido la experiencia de convivir con alguien, por ejemplo en el ámbito de la iglesia, y formarnos una idea de esa persona, positiva o negativa. Un buen día, tenemos la oportunidad de conocerla como realmente es y la opinión cambia totalmente, de nuevo en sentido positivo o negativo, porque hemos conocido a la persona real y descubierto que no era ni quién ni cómo pensábamos.
La gente de Nazaret estaba familiarizada con Jesús y con todos sus parientes. Ellos ya tenían, al menos eso pensaban, suficiente información para poderse formar una idea precisa, eso creían, de quién era y qué se podía esperar de él. Obraron en consecuencia, no pudieron, ni tal vez quisieron, cambiar la imagen mental que tenían del Maestro. Su idea mental preconcebida les impidió el poder conocer y experimentar al auténtico Jesús.
Pienso que este es un gran peligro para muchos de nosotros evangélicos. Estamos familiarizados con Jesús, tenemos información acerca de Él, sabemos todo lo que tenemos que saber, sin embargo, es posible que no le conozcamos, que nunca le hayamos experimentado de forma íntima y personal. Es posible que, precisamente, la familiaridad sea nuestro gran enemigo, porque hace que nuestra relación sea con una imagen mental preconcebida pero no cono una persona real.
¿Familiarizado con Jesús o conociéndolo auténtica y genuinamente?
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